¿Se puede perder peso
durmiendo poco? ¿Engorda comer rápido? ¿Y comer delante de una pantalla? ¿Qué
alimentos ayudan a adelgazar? ¿Cómo afecta la pérdida de peso al cerebro? ¿Son
buenas las dietas basadas en proteínas? Repasamos 11 estudios científicos recientes
que deberías tener en cuenta a la hora de iniciar un régimen para perder peso.
Yogur y frutos secos. A
largo plazo, comer yogur y frutos secos de cáscara dura, como las nueces o las
almendras, ayuda a bajar de peso más que
la fruta o las verduras, según se desprendía de un estudio llevado a cabo en la Escuela de Salud Pública de Harvard y publicado en la revista New England Journal of Medicine.
la fruta o las verduras, según se desprendía de un estudio llevado a cabo en la Escuela de Salud Pública de Harvard y publicado en la revista New England Journal of Medicine.
Sueño antigrasa. De acuerdo
con un estudio de la Universidad de Chicago, mientras hacemos una dieta para
adelgazar, dormir durante toda la noche hace que se pierda más cantidad de
grasa. Concretamente, si reducimos nuestro sueño a sólo 5,5 horas perdemos el
mismo peso que tras un sueño de 8,5 horas, pero la quema de grasas se reduce a
la mitad.
Contra los antojos,
imaginación. Un grupo de científicos de la Universidad Carnegie Mellon
(Pittsburgh, EE UU) descubrió hace poco que, ante el deseo de comer chocolate y
dulces, imaginarse tomando grandes cantidades de estos productos puede ser
suficiente para calmar el apetito.
Bebe agua para adelgazar. Un
ensayo clínico presentado durante un encuentro de la Sociedad Americana de
Química (ACS por sus siglas en inglés) reveló que beber dos tazas de agua antes
de comer ayuda a perder peso y combatir la obesidad.
Si comes no navegues. Comer
delante de la pantalla de un videojuego o trabajando con el ordenador puede
aumentar nuestro apetito a lo largo del día, fomentando el sobrepeso, según
revelaba un trabajo publicado en la revista American Journal of Clinical
Nutrition.
Los peligros de tomar sólo
proteínas. La Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas desaconseja
encarecidamente el “método” o “dieta” de adelgazamiento propuesto por Pierre
Dukan ya que no existen pruebas que sustenten que una dieta con un mayor
contenido en proteínas ayude a la pérdida de peso y el consumo prolongado de
dietas pobres en carbohidratos y ricas en proteínas se asocia con un incremento
en la mortalidad.
Échale pimienta… roja. Según
una investigación de la Universidad de Purdue (EE UU), consumir pimienta roja
de Cayena puede "ayudar a reducir el apetito y a quemar más calorías de lo
habitual después de cada comida, especialmente si no solemos consumir esta
especia regularmente", explica Richard Mattes, coautor del trabajo.
Atentos a las etiquetas.
Leer las etiquetas de los alimentos que compramos nos ayuda a perder peso, de
acuerdo con un reciente estudio de la Universidad Estatal de Washington
publicado en la revista Journal of Consumer Affairs. Las mujeres entre 37 y 50
años son las que más han incorporado este hábito a la hora de hacer la compra.
Mejor pasar un poco de frío.
Si te pones a dieta en invierno, no abuses de la calefacción. Según un estudio
publicado en la revista Obesity Reviews, abusar de la calefacción en el
invierno podría estar contribuyendo al aumento de la obesidad en Reino Unido,
Estados Unidos y otros países desarrollados. Según los autores, reducir la
exposición al frío reduce la necesidad de consumir energía para permanecer
calientes y reduce la capacidad del cuerpo para producir calor.
¿Rápido o lento? Comer
rápido, en comparación con hacerlo lentamente, reduce la segregación de unas
hormonas que provocan la sensación de estar “lleno”. La reducción de dichas
hormonas nos llevaría a comer en exceso y, por lo tanto, a engordar, según un
estudio reciente.
Perder peso mejora la
memoria. Además de adelgazar, cuando pierdes peso mejora tu memoria y tu
capacidad de concentración, de acuerdo con una investigación de la Universidad
Kent State (EE UU). Según Johns Gunstad, coautor del trabajo, muchos facotres
que acompañan a la obesidad – hipertension, diabetes tipo 2, apnea del sueño-
están vinculados a daños en el cerebro, por lo que para el investigador es
lógico que “si estos problemas desaparecen, la memoria funcione mejor”.
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