Un equipo de investigadores
italianos de la Universidad del Sagrado Corazón en Roma (Italia) ha descubierto una molécula llamada
CREB1 que se activa en el cerebro de ratones sometidos a una dieta baja en
calorías. Según publican hoy Giovambattista Pani y sus colegas en la revista
Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), la molécula activa
a su vez a genes ligados a la longevidad y al buen funcionamiento del cerebro. “Nuestra esperanza es encontrar un modo de poner en funcionamiento a CREB1, por ejemplo a través del fármacos, para mantener el cerebro joven sin necesidad de llevar una dieta tan estricta como la que siguen los roedores”, explica Pani.
a su vez a genes ligados a la longevidad y al buen funcionamiento del cerebro. “Nuestra esperanza es encontrar un modo de poner en funcionamiento a CREB1, por ejemplo a través del fármacos, para mantener el cerebro joven sin necesidad de llevar una dieta tan estricta como la que siguen los roedores”, explica Pani.
Y es que la restricción
calórica de los animales sometidos a los experimentos implica que solo pueden
comer un 70% de lo que ingieren normalmente. En estas condiciones, los ratones
no sufren ni obesidad ni diabetes, tienen un mayor rendimiento cognitivo y
mejor memoria, aumentan su capacidad de aprendizaje y son menos agresivos.
Tampoco desarrollan alzhéimer a edades avanzadas o lo hacen con síntomas menos
severos que los que se alimentan de manera normal. “Hay una relación entre las
enfermedades metabólicas y el declive en las capacidades cognitivas”, concluyen
los científicos.
Y todo gracias a CREB1, que
entre otras cosas activa a unas proteínas llamadas sirtuinas, que parece tener
parte del secreto de la fórmula de la “eterna juventud”. Eliminando la molécula
CREB1, sin embargo, todos los beneficios de la restricción calórica se esfuman.
“Hemos identificado al mediador clave de los efectos de la dieta sobre el
cerebro”, añade Pain.
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