No solo los dulces te
alejan de tu peso ideal, muchos de los productos químicos que te rodean te
pasan factura en la báscula.
Pesticidas, fungicidas,
plásticos... nos hacen la vida más fácil pero, al mismo tiempo, nos engordan.
Así lo ha confirmado el Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología
de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn) que ampara la tesis de que determinados
compuestos químicos poseen una función obesógena. A los culpables de esta
situación se los conoce como
disruptores endocrinos, un grupo de tóxicos que provocan que el cuerpo acumule grasa y no músculo.
disruptores endocrinos, un grupo de tóxicos que provocan que el cuerpo acumule grasa y no músculo.
Efecto acumulado. La
mayoría de estos contaminantes son compuestos químicos sintéticos (pesticidas e
insecticidas) que se mantienen durante mucho tiempo en el ambiente. Para
hacernos una idea sirve como ejemplo que aún hoy se detecta DDT en el 88% de la
población, aunque este pesticida se prohibió en 1975. La exposición a estos
disruptores endocrinos es, por lo tanto, universal, se emplean de forma
generalizada en la producción agrícola e, incluso, están presentes en el
pescado por culpa de los vertidos de aguas residuales.
Riesgo heredado. Las
consecuencias de la exposición a disruptores endocrinos se aprecia
especialmente en aquellas personas que fueron expuestos a ellos cuando estaban
en el útero materno porque, desgraciadamente, al esconderse acumulados en la
grasa pasan de la madre al niño durante la gestación. Además, la exposición al
aire contaminado en los primeros años de vida también genera una mayor
acumulación de grasa abdominal y resistencia a la insulina en los ratones,
incluso si se sigue una dieta equilibrada.
FUENTE:
http://www.hoymujer.com
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